martes, 24 de marzo de 2009

Pregonero de Sevilla (la crónica que no saldrá en ningún medio, 2ª parte)

Vamos llegando casi sin habernos llamado entre nosotros. Como los miembros de una sociedad secreta que saben que van a encontrarse ese día y a esa hora en el mismo lugar. Una sociedad secreta que se ha ido forjando, por supuesto, en las barras del Rinconcillo o de José Yebra (que si pongo Pepe el Muerto se me mosquea), en convivencias en San Bernardo o Los Servitas, o en ensayos como los de San Roque o el Gran Poder. En definitiva en cualquier parte donde acabábamos de tertulia con el hombre que ahora atiende a los periodistas desde la mesa que preside el salón al que hemos ido llegando. Minutos antes los flashes de las cámaras rebotando en el lateral del Palacio Yanduri delataban que acababa de llegar Enrique Henares Ortega, Pregonero de la Semana Santa del 2009.
Ahora era yo el que no paraba de hacer fotos en el salón de plenos de la sede del Consejo, intentando dominar unos nervios que me habían hecho llegar casi media hora antes que el Pregonero. A mi lado Juan, sobrino del Pregonero y de natural impertérrito, dejaba asomar también un leve nerviosismo a su rostro. Se nos unen Adrián y Santi y compruebo que todos tenemos aun la sensación de que aquello no es real. La noche anterior tomando una copa comentábamos, como cada año, la elección del día siguiente. El primogénito del Pregonero, aunque en el fondo albergue la esperanza todos los años, siempre piensa que es muy difícil que elijan a su padre y este año lo ve aún menos probable: no ha sonado en las quinielas como lo ha venido haciendo años atrás y ha cambiado el Consejo donde había tenido grandes apoyos años atrás que según la rumorología le habían hecho quedar segundo en varias ocasiones. El único que tiene buenas sensaciones parezco ser yo, aunque como todos estoy de acuerdo con Enrique, este no parece el año mas propicio. Quizás por todo eso y por tanto tiempo viéndolo tan cerca e imaginando como sería, aún no terminamos de creérnoslo.
Termina la rueda de prensa, nos abrazamos al niño del Pregonero, que por los nervios parece que fuera él el elegido, y vemos la preocupación en el rostro de su madre, que sabe de la responsabilidad y de lo que esto supone para su marido. Esperamos fuera al padre que no da abasto entre consejeros, periodistas y los primeros amigos que ya han llegado también. Al fin en la puerta parece que llega un poco la calma y podemos saludar al Pregonero, que nos abraza. Es un abrazo sincero, del que se sabe querido de verdad por los que le abrazan. Algunos miembros del consejo, la familia y los amigos salimos en dirección al restaurante Don Carlos, en General Polavieja, donde el Pregonero quiere dar una copa. Allí llega el tío Manué, que se funde en un abrazo con su hermano que emociona a todos los que estamos allí. Él y su sobrino Enrique no estarían mas emocionados si fueran ellos los pregoneros. Subimos a un saloncito del restaurante, donde algún consejero demuestra grandes dotes en el arte de la disección de pijotas, y siguen llegando amigos, entre ellos un emocionadísimo Kiko Berjano. Se suceden los brindis y las primeras fotos con el Pregonero. Como no podía ser de otra forma la noche tiene que continuar en el Rinconcillo y hacía allí vamos.
El consejo ya nos ha abandonado y solo quedamos familia y amigos. Desde que entra por la puerta de la antigua posada el Pregonero no para de recibir felicitaciones, la primera de ellas de los dueños de la casa. Poco a poco todos nos lo vamos creyendo un poco mas, y comentamos lo esperado que era este Pregón por muchos. Si algo se ha repetido a lo largo de la noche es la emoción sincera en los ojos de muchos de los amigos que han ido felicitando al Pregonero. Es un hombre querido y se nota. Despertando a medio barrio aparece Pepe Peregil hasta cuya taberna han llegado los ecos de la presencia cercana del Pregonero, y nos invita a todos a su casa ante el cierre inminente del Riconcillo.
No todos llegan hasta Quitapesares, pero a pesar de la hora somos aun muchos los que seguimos acompañando al Pregonero en esta noche inolvidable. Como dijo Santi, estábamos viviendo algo único que sentíamos como nuestro, y había que disfrutarlo. Queríamos que la noche fuera eterna, que no se nos pasara esa emoción que sentíamos en el estomago. Se nos había unido Alvarito Peregil, que cogió el relevo de su padre cuando a este le rindió el sueño, y al que acabamos relevando nosotros de la barra. Y es que la noche fue muy larga, aunque se nos hiciera muy corta a los que la vivimos, y cuando al fin hubo que arriar el paso, el alba despuntaba anunciando un nuevo día sobre una Sevilla que estrenaba Pregonero.

P.D.: La primera parte de esta cronica "a la limón" la pueden leer en http://pregonerodesevilla.blogspot.com/2008/11/pregonero-de-sevilla-la-crnica-que-no.html