miércoles, 14 de febrero de 2007

¿No se trata de eso la vida?

El destino a querido que el segundo café que sirvo también me lleve a mi infancia, pero por motivos bien distintos al anterior. Esta vez mis recuerdos me llevan a la salida del colegio en los años de canasto de mimbre con el almuerzo y pelota de plástico de diez duros para el recreo. Años en los que se forjan amistades que ni el tiempo, ni las ocupaciones ni la distancia lograran romper. Alguien dijo alguna vez que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y yo guardo con orgullo varias amistades de entonces como autenticas joyas, que los años y las desilusiones me hacen apreciar cada vez mas. Mis dos amigos mas preciados son de aquellos años, cuando tras la salida del colegio íbamos los tres a casa de alguno a merendar y pasar la tarde. Y muchos de esos días nos dirigíamos a la calle Doña Maria Coronel, a la casa de los abuelos de José Manuel, un pequeño piso que, al ser un bajo, tenia al fondo la entrada a un minúsculo patio interior que la abuela mantenía atestado de macetas. Recuerdo como devorábamos la merienda para lanzarnos al patio a jugar al fútbol con aquellas pelotas de diez duros. Aun no se como podíamos jugar los tres, Fernando, José Manuel y yo, con Alfonsito, el hermano pequeño de José Manuel de portero, en un espacio tan reducido. Claro que al final lo acababa pagando alguna maceta que acababa rota en medio del terreno de juego, entre las protestas de la abuela, a pesar de lo cual volvíamos a la carga al día siguiente.
Pero hay algo que, yo que conocí a mis abuelos muy mayores, recuerdo perfectamente que llamaba mi atención: la vitalidad y el buen humor del abuelo Curro, contandonos chistes y todo el día de un lado para otro. Siempre envidie sanamente la relación que tenia José Manuel con su abuelo, al que adoraba y que lo adoraba. Muchos años después lo he visto pasear por su calle como entonces, como si los años no pasaran, y verlo me traía inevitablemente recuerdos de una infancia feliz. Era una de esas personas a las que con los años recuerdas con cariño. Quizás por eso me entristecí un poco al saber que se había ido para siempre. Si normalmente uno siente cercanas, por los años de amistad, las perdidas que sufren los amigos, esta lo fue aun mas. Sin embargo se, como me confirmaron las palabras de José Manuel, que vivió hasta el ultimo momento de su larga vida como el quiso, amando a su esposa de toda la vida, orgulloso de sus nietos y sin dejar que unas entupidas muletas le impidieran pasear como siempre había hecho.
Por eso este no es un café amargo, porque me deja un regusto dulce de saber que vivió una vida feliz en la que también hizo felices a los demás. ¿No se trata de eso la vida?.

P.D.- A mi amigo José Manuel, por los años de amistad.

9 comentarios:

yo, cola cao y nocilla dijo...

Otra vez vuelves a tocar esa fibra... No me queda más que adherirme a todo los que dices y suscribirlo punto por punto. Mi despiste hizo que estuviera y no estuviera aquel domingo de despedida, pero aprovecho tu blog para mandar un abrazo a Josema y a su familia.

Los que somos creyentes creemos que cuando llegan eso momentos, eso que llaman el juicio final, no nos van a sonsacar tantas cosas como se dicen; yo creo que, de preguntarnos algo, será muy sencillo: ¿amaste?

Yo, en este juicio testifico a favor. Hace poco recordábamos Paco y yo esos partidos en ese patio con Alfonsito (ya creo que sobra lo del -ito)de portero, y hablando y hablando terminamos ambos con ese pellizquito de melancolía pero con una sonrisa en los labios, porque eran recuerdos felices. Al fin y al cabo amar no es mas que eso, hacer lo posible por lograr la felicidad del otro, y si eso es así, en aquél patio y entre aquellas macetas, yo me sentía muy amado; la sentencia, si de mi dependiera, debe ser mas que favorable.

Gracias Paco por la oportunidad, gracias Josema por compartir a tus abuelos, y gracias Señor por haberlos puesto en mi camino.

Enrique Henares dijo...

Un fuerte abrazo para esa persona a la que cada año, en una tarde tibia y hermosa de la víspera de una nueva Semana Santa, encuentro en una cola ante el Pabellón de Uruguay. Ese hecho significará que están cercanas esas otras tardes doradas,bulliciosas y siempre expectantes de nuestra querida Maestranza.

aceite y tomate dijo...

magnifico documento paco. de lo años de colegio en que conocí a mi vecino josema, solo puedo decir que es una gran persona.

es una suerte mantener amistades que se forjaron cuando éramos pequeños. acuérdate de las tablas "movedizas" de los palcos.

Un abrazo.

MAPP dijo...

Muy bonito Paco. Déjate caer más, que empiezan a subir las temperaturas y las gargantas se secan... Necesitamos que nos sirvas más bebida. No estaría mal algún botellín fresquito, ahora que estamos en Cuaresma.

Un abrazo.

Enrique Henares dijo...

Paquito o escribes más o te quito el enlace!!;)

Anónimo dijo...

Magnífico lo escrito Paquito. Eres un fenómeno.
Un abrazo mu fuerte para Josema, que aunque ultimamente nos vemos y hablamos poco, sé que siempre está ahí.

Anónimo dijo...

no hace falta haber vivido el momento; tus palabras consiguen que una levantina como yo, que no estuvo alli ,disfrute de esas tardes de merienda.
me has sorprendido Paco.

Anónimo dijo...

Gracias Paco por el recuerdo que has tenido a mi padre.

El era feliz viendoos en el patio jugando y cuando tenia la casa llena de los amigos de sus nietos porque, para él, sus nietos eran la vida.

Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Paco. Me hubiera gustado escribirte antes, pero la verdad es q se me ha hecho bastante difícil ponerme delante de un ordenador para escribir sobre mi abuelo. Y es q aún no he asimilado el hecho de q se haya ido. No puedo creer q al llegar a su casa, la casa de mis abuelos, mi casa, no lo encuentre sentado en su sillón, medio dormido con la tele puesta, las muletas apoyadas en la pared, esperando a q llegue alguien para mandarle hacer cualquier cosa. Y aunque últimamente estaba un poco cascarrabias lo hecho mucho de menos. Uno no sabe lo importante q son las personas q lo rodean hasta q por uno u otro motivo se van. Supongo q siempre quedan los recuerdos, porque ahora, todos estos días, me vienen a la mente muchas cosas de esas q uno, sin saberlo, tiene guardadas en el fondo del corazón. Y me sorprendo viéndome a mí mismo en la esquina del bar del duque, el de mi abuelo, bebiendo casera blanca en un vasito pequeñito; o yendo con él al Banesto de la Campana, o a la plaza de abastos a comprar fruta; y en el bar de "los niños" a donde me llevaba todos los días al recogerme del colegio, a tomarme mi montadito y mi coca cola; y cuando fuimos a recoger mi coche, q él me regaló... uf y otras tantas cosas. Y es q al fin y al cabo mi infancia tmb son recuerdos de un patio de Sevilla. Ese patio q tú nombras, Paco, y q a mí no me parece tan pequeño, porque ha sido mi estadio de fútbol, mi plaza de toros, mi barco pirata y mi campo de batalla. Y en él he sido más feliz q en ningún otro lado en mi vida.

Gracias Paco, por este pequeño gran homenaje a mi abuelo, y por ser mi amigo. Y gracias a todos los q desde aquí se han sumado a él. Un abrazo.