martes, 20 de marzo de 2007

El encuentro (I)

La lluvia no cesa fuera y el cielo de un gris plomizo no hace pensar que vaya a cambiar la situación. En el interior de la moderna oficina un hombre mira el monitor del ordenador con atención, intentando descifrar lo que le dicen los datos que tiene ante él. No presta atención a la lluvia, esta acostumbrado, aquí llueve durante todo el año. Sin embargo el monitor al que tanta atención presta si que habla de nubes, claros, chubascos y borrascas. Tan atento esta que ni se da cuenta de que su secretaria ha entrado en la habitación, a pesar de que esta ha tropezado con la pequeña maleta que hay junto a la puerta.
- Aquí esta tu billete – dice la secretaria doliéndose aun de la espinilla.
- Gracias Margaret – responde el hombre en un perfecto inglés a pesar del cual se le nota un fuerte acento español.
- Sales a las ocho, así que deberías irte ya.
- Tienes razón, llámame un taxi por favor.
- Ya lo he hecho.
- Tu siempre tan eficiente.
El hombre se levanta y se dispone a ponerse la chaqueta y la gabardina. Tiene treinta y tantos años, el pelo moreno al que ya asoman algunas canas y una estatura media, ni alto ni bajo. Margaret le ayuda a ponerse la gabardina, es algo mas baja que él, rubia, de tez blanca, veintitantos largos y esta enamorada de él. Y para que el tópico sea completo, él ni se da cuenta. Le da la maleta y se despiden hasta dentro de una semana. Antes de dejar el despacho se dispone a apagar el ordenador que él ha dejado encendido. Al hacerlo observa la página que esta en pantalla: la previsión metereológica para toda la semana de la misma ciudad que figura como destino en los billetes que le acaba de dar a su jefe.
El taxi se mueve lento entre la lluvia y el tráfico. Acaba de pasar Trafalgar Square e intenta salir del centro para dirigirse al aeropuerto. En el asiento de atrás nuestro hombre mira el reloj con preocupación. Tiene tiempo de sobra, pero no quiere ni pensar en perder ese avión. Finalmente el taxi llega al aeropuerto y el hombre se presura al mostrador de facturación por la tarjeta de embarque. No va a facturar nada, solo lleva equipaje de mano porque allá donde va tiene todo lo que le hará falta. Al llegar al mostrador saca la cartera y le entrega el billete a la azafata. Cuando esta le alarga la tarjeta de embarque ha de llamarlo varias veces: ensimismado, ajeno a todo, mira la vieja foto descolorida por el tiempo que guarda bajo el rayado plástico del interior de la cartera.

3 comentarios:

MAPP dijo...

Publica ya la segunda parte. Que aunque pudo hacerme una idea de por donde van los tiros, me has enganchado.

Un abrazo

Enrique Henares dijo...

Qué buena pinta...

Anónimo dijo...

desenado que continue esta historia.